Por: Áreas de Género y Derechos Colectivos y Medio Ambiente
El corazón de las mujeres late más rápido en este tiempo del pachakutiy, el cual marca el fin de un orden establecido hasta el momento. Cada palpitar remueve sentimientos, altera las emociones y trae a la memoria la lucha histórica de las mujeres por hacer valer sus derechos.
Las mujeres -en su amplia diversidad y disidencias- hoy resurgen movilizándose contra el sistema dominante. Hay una agenda clara y específica (renuncia de Dina Boluarte, cierre del Congreso, nuevas elecciones y Asamblea Constituyente), aunque tienen otras reivindicaciones pendientes que no han sido atendidas por cada gobierno de turno (incluso también a nivel regional y local). Por ejemplo, acceso a justicia, verdad y reparaciones integrales para el caso esterilizaciones forzadas, el cumplimiento de las agendas de la mujer k’ana y chumbivilcana, la defensa del medio ambiente, la salud y los derechos humanos ante el extractivismo minero, así también la criminalización de las mujeres defensoras por ejercer su derecho a la protesta social tal es el caso de Victoria Quispesivana – Chumbivilcas (2012) y de Matilde Ccompi de la comunidad originaria Urinsaya – Espinar (2020), la violencia basada en género y las heridas abiertas del Conflicto Armado Interno en el que figura el caso Ccasiahui – Chumbivilcas.
Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, rescatamos y revaloramos la participación de las mujeres, quienes desde la época colonial a la actualidad alzan la voz. Sobre todo, en esta última etapa cuando ha destacado su rol para manifestarse contra este gobierno ilegítimo que se sostiene de métodos represivos y estrategias intimidatorias para silenciar el clamor popular y debilitar las organizaciones sociales.
En un proceso complicado y a espaldas del pueblo, Dina Boluarte se ha convertido en la primera mujer en asumir la Presidencia del Perú. Si bien la participación de la mujer en la política tiene una larga historia de conquista de los derechos políticos, ella no representa a las mujeres peruanas, menos a las quechuahablantes y de zonas altoandinas, sino más bien los intereses de las élites y empresas que sumen al país en la pobreza y desigualdad social. No es un hecho reciente, las fuerzas políticas hegemónicas gobiernan el país, esta vez con la complicidad de un sector de la izquierda que tampoco quiere perder sus privilegios. Asimismo, ha sido evidente el desprecio, la discriminación y racismo por razones de raza, género y clase en las narrativas construidas por los grupos de poder con la colaboración de los medios de comunicación tradicionales.
No se amilanan y se atreven a entrar a espacios políticos donde están prohibidos la participación indígena que cuestiona, denuncia y propone, mujeres como Yolanda Cuba Valencia de Chamaca – Chumbivilcas; Leonela Labra Panocca, presidenta de la Federación Universitaria del Cusco – FUC; Ruth Bárcena, natural de Ayacucho, quien perdió a su esposo espinarense en las marchas y luego a sus gemelos, así como las demás cuyos nombres no pueden quedar en el olvido. Tampoco las mujeres defensoras de la salud que integran la Plataforma de Afectados por Metales Tóxicos de Espinar-Cusco (PAMETEC). Saben que luego del pachakutiy viene el Allin Kawsay, es decir, vivir en equilibrio y equidad entre nosotr@s y la Pachamama. ¡Sin warmikutiy, no hay pachakutiy!
Defensoras de la salud
En este tiempo de cambios a nivel global, las mujeres asumen un papel más consciente, somos la semilla de la nueva sociedad que soñamos, hoy es responsabilidad de todos y todas generar acciones concretas que nos permitan avanzar; razón por la cual, las defensoras de la salud de la PAMETEC exigen la implementación del Plan Especial Multisectorial (PEM) para la atención de este grave problema de salud pública.
Dicho plan ha sido una luz de esperanza para las personas afectadas; sin embargo, en medio de la crisis política, la implementación del PEM se encuentra paralizada.
En la provincia de Espinar, que lleva más de 40 años de convivencia minera, existe evidencia científica que comprueba la presencia de metales tóxicos en la sangre como los resultados del estudio de CENSOPAS en el 2010, 2013 y el último en el 2021 realizado por Amnistía Internacional y Derechos Humanos Sin Fronteras. Por ello, se necesita urgentemente la atención integral a la salud que está en manos de un Estado que permanece indolente ante la desdicha de los pueblos indígenas u originarios, pues no han sido otra cosa que la moneda de cambio para un “desarrollo económico” que ni ha llegado a los territorios, donde se desarrollan las actividades extractivas mineras.
Los problemas en la salud humana derivada de la contaminación ambiental, es sin duda el principal miedo, especialmente de las mujeres, quienes tienen la responsabilidad del bienestar de la familia. De acuerdo al estudio “Minería y salud mental”, las mujeres tienen una mayor exposición, debido al constante contacto con el agua en el desarrollo de sus actividades como lavar, cocinar, limpiar, entre otras. Además, ellas se quedan al cuidado de los animales y de los hijos mientras los hombres trabajan fuera de la casa. De igual manera, la investigación reveló que la salud mental y calidad de vida de las mujeres es afectada negativamente a raíz de los impactos diferenciados. Se identificó depresión clínica en casi dos tercios de las mujeres tamizadas que, junto con la expresión de emociones negativas emergentes y relacionadas con los impactos diferenciados del proyecto minero, revelan un estado frágil en su salud mental.
A todo ello se suma la sobrecarga de trabajos de cuidados y tareas domésticas. Muchas de ellas viven con el miedo de tener hijas e hijos con discapacidad a raíz de la afectación por metales tóxicos. Si esto llegara a ocurrir, ellas llevarán sobre los hombros el miedo y la incertidumbre de no saber qué pasará con sus hijos cuando ellas no estén.
Creemos que las acciones para resolver la problemática de las mujeres deben pasar de una “fecha simbólica” a medidas efectivas como las que piden las integrantes de la PAMETEC. Las mujeres no quieren celebraciones ni mucho menos regalos de las instituciones públicas ni el financiamiento de las empresas que vulneran derechos y aparecen en los congresos provinciales de las organizaciones sociales. Ocho de marzo, día de la lucha por la participación política y la reivindicación de los derechos humanos y la salud.