El ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos: una lucha incansable de las mujeres rurales

Yulissa Casana-Comunicaciones DHSF

Ser mujer en un país machista como el nuestro es un factor de riesgo. Pero, ser mujer en una zona rural, además, de nacer en un hogar pobre, constituye un factor de vulnerabilidad particular frente al resto de las mujeres peruanas, puesto que existen barreras culturales, económicas y sociales que impiden el pleno desarrollo de aspectos fundamentales como es el acceso a la salud y los derechos sexuales y reproductivos.

Precisamente, hoy 28 de mayo, Día Internacional de Acción para la Salud de las Mujeres, y en el marco de sus agendas políticas, las mujeres de las provincias de Espinar y Chumbivilcas, región Cusco, reafirman la lucha en conjunto para que todas accedan a los servicios de salud y puedan contar con la información médica necesaria durante el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos sin restricciones y con la libertad de decidir y cuidar de sus cuerpos sin discriminación, violencia y prejuicios.

LAS VOCES QUE IMPORTAN

Si bien hay datos estadísticos que muestran parte de la realidad en la región, son las propias mujeres de las comunidades altoandinas que -con base en sus vivencias- tienen mucho que decir sobre este tema de derechos humanos y justicia social que involucra su bienestar físico, mental y emocional.

A Elsa Merma, integrante de la Asociación de Mujeres Defensoras del Territorio y Cultura K’ana, le indigna el trato discriminatorio que reciben las mujeres de la provincia de Espinar en las postas médicas, por el hecho de hablar quechua y usar vestimenta tradicional. “El trato en las postas es pésimo. Cuando vas, hay veces que cuando llegas, no te atienden rápido. (En cambio) hay personas que cuando son amigos del médico o enfermeras y están bien cambiadas, les atienden rápido”, relata.

Este trato diferenciado e injusto de la que son víctimas pone en riesgo la salud de muchas mujeres, ya que no reciben atención oportuna o son rechazadas. “Si eres del campo y hablas quechua, te dicen espérate o regresa mañana. No hay un buen trato. Te maltratan. Por eso varias mujeres han fallecido porque no fueron atendidas”, se queja Elsa.

Foto: Hospital Provincial de Espinar

El panorama es similar para las gestantes y peor para las adolescentes. “Es triste la realidad. Hay niñas, adolescentes que han quedado embarazadas y han ido a boticas y farmacias para hacerse abortos y han muerto”, expresa la defensora.

Para Esmeralda Larota, presidenta de la Asociación Mujeres Defensoras del Territorio y Cultura K’ana, a este problema se le añade que los propios padres de familia evitan hablar sobre sexualidad con sus hijas. “A causa de eso es que pasan estos embarazos no deseados. Por más que nosotras hacemos charlas y talleres son pocas las mujeres que tienen tiempo de asistir, a veces el marido es machista, no quiere hablar sobre ese tema”, indica.

La inequidad de género también afecta a la salud reproductiva de las mujeres cuyas parejas las responsabilizan de la planificación familiar o bien se oponen al uso de métodos anticonceptivos. “Los varones no se cuidan con el cuento que la mujer es la que no quiere estar con su esposo. Si la mujer no se cuida con pastilla, con inyectables, ahora tendría más hijos. Lo importante es que se cuiden ambos y las charlas (de planificación familiar) deben estar también dirigidas a los varones, no solo a las mujeres”, sostiene Esmeralda. La mayoría de campañas sobre planificación familiar permanecen enfocadas en las mujeres, sumando esta responsabilidad en ella, al igual que exponiéndolas a transmisión de infecciones sexuales debido a que el varón rara vez cuida de su propia salud sexual.

Las mujeres quechua-hablantes también se enfrentan a barreras comunicativas al momento de pedir información sobre planificación familiar al personal de salud.  “Es importante que hablen en la lengua de las compañeras y las traten bien”, dice Elsa. Asimismo, Esmeralda considera que el personal de salud tampoco maneja el enfoque de género, además, la interculturalidad en la atención médica. “Siempre (las compañeras) me dicen que a algunas mamás les critican, les gritan porque siguen teniendo hijos. (Muchas veces) la mujer del campo es tímida, (entonces) se asustan y se callan”, declara.

En la provincia de Chumbivilcas, la presidenta de las Defensorías Comunitarias, Beatriz Rayan, lamenta la situación de desventaja de las mujeres de las comunidades campesinas para acceder a los servicios de salud sexual y reproductiva. “Siempre hay maltrato, violencia, porque no estamos cerca para pedir ayuda, en las alturas de la provincia es así, hablar en otra lengua también (es una dificultad). Nosotras hemos pedido para que cada institución (pública) traiga su traductor”, aseguró.

La exigencia de Beatriz, de igual manera, incluye mayor número de personal médico especializado en temas reproductivos y que maneje el enfoque intercultural en el Hospital Santo Tomás. “A veces hay un médico o dos médicos (para que atiendan) o si no están descansado o están de salida. No hay número suficiente”, señala.

Es similar lo que se vive en Chumbivilcas y en el resto de provincias antoandinas. La discriminación por parte del personal de la salud con respecto a la maternidad es una práctica que las mujeres no están dispuestas a callar. “Tienen miedo de ir al hospital (las compañeras) porque aparte que no hay atención inmediata, te gritan. Te dicen: para qué traes hijos al mundo si no hay dinero”, cuestiona Beatriz. Aunque rescata que se continúen atendiendo a las mujeres embarazadas durante esta cuarentena nacional. “Están llamando por radio y celular para que vayan a su control”, añade. Sin embargo, las mujeres no quieren ir, puesto que los años de maltrato significa desconfianza en los servicios de salud, que ahora durante la pandemia les genera temor de contagiarse de COVID-19.

La presidenta de la Asociación de Mujeres Afectadas por las Esterilizaciones Forzadas de Chumbivilcas, Inés Condori, siente que esta emergencia nacional ha colocado a las mujeres esterilizadas en condiciones aún más vulnerables. “Queremos una atención especializada. Como hay cuarentena estamos abandonas de la salud”, expresa.

Esta organización agrupa a 300 víctimas de esta provincia, quienes ya no pueden trabajar como lo hacían antes de las esterilizaciones. Han visto mermadas sus actividades y se limitan solo a algunas tareas de siembra, crianza de animales o se mantienen guardando reposo, lo cual disminuye también sus ingresos económicos que ahora con la cuarentena se ha agravado. “Queremos un bono. Las señoras no están recibiendo ni bono familiar ni rural. Ayer he preguntado a las compañeras y no les ha llegado. Tantos años que estamos luchando y no hay ningún beneficio y con esta cuarentena se están alargando nuestros casos (procesos legales). La salud mental y física de nosotras está mal. Nosotras queremos que nos atienda el gobierno”, exige rotundamente Inés.

La postergación por alcanzar justicia por la violación de sus derechos sexuales y reproductivos, por haber sido víctimas de crímenes de lesa humanidad, genera preocupación también en el resto del territorio peruano. “Hay gente de Ayacucho, Huancavelica que nos llaman y nos dicen: ¿cómo vamos hacer? No podemos viajar y otras señoras no saben manejar el Internet, no se pueden comunicar virtualmente”, explica la presidenta.

Coincidentemente, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos en el Perú emitió un comunicado la semana pasada para exigir que el bono universal anunciado por el Gobierno Nacional también beneficie a las víctimas de las esterilizaciones forzadas del país. Hasta ahora las autoridades a nivel nacional no se han pronunciado al respecto, pese a que las políticas de subsidio se enfocaron desde un inicio a grupos de alta vulnerabilidad, como lo son ellas.

Así es la lucha por acceder al derecho universal de la salud sexual y salud reproductiva desde la mirada de las mujeres de las comunidades altoandinas, quienes con sus singularidades y similitudes en los territorios enfrentan obstáculos en común: sociales, culturales y económicos. Ellas proponen alternativas desde sus cosmovisiones y sabiduría ancestral para cuidarse a ellas mismas y a sus familias, y saben bien que juntas son más fuertes en la lucha.

ESTADÍSTICAS

Fuente: Elaboración propia

Las estadísticas sobre este tema de salud muestran ciertas particularidades en la región que responde a desigualdades de género, así como desigualdades entre el mundo urbano y rural y la discriminación racial. En Cusco, diariamente una niña, entre los 12 a 14 años, es madre por primera vez. La cifra de embarazo adolescente pasó el año 2017 de 8.4 % a 14.6 % en 2018; es decir, 15 de cada 100 adolescentes y jóvenes, entre 15 y 19 años, afrontan un embarazo [1]. Alrededor del 50 % de los embarazos adolescentes en el país no son deseados [2], por lo que los planes de vida de estas menores terminan postergándose, ya que en las zonas rurales si ya es difícil asistir a clases y concluir los estudios, lo es más para las mujeres con carga familiar.

A la vulnerabilidad de la población femenina rural se le suma la mortalidad materna cuya probabilidad de morir por causas maternas es dos veces mayor para estas mujeres en comparación con las mujeres del área urbana [3]. Esto debido a deficiencias en el acceso a la atención obstétrica de urgencia, falta de información adecuada sobre la salud materna y ausencia de suficientes profesionales de la salud que hablen quechua [4]. Del 70 % a 90 % de las muertes maternas registradas en el país en el periodo 2012-2014 pudieron evitarse con acceso general a servicios efectivos de salud reproductiva [5]. Aunque la mortalidad materna se redujo en un 49,7 % entre los años 1994-2000 y 2004-2010 al pasar de 185 a 93 muertes maternas por cada 100 000 nacidos vivos [6], aún es grande la cifra de muertes maternas, al igual que la brecha entre el área urbana y rural.

Con respecto a la salud reproductiva, la diferencia es notable sobre el uso de métodos anticonceptivos modernos en la zona urbana y zona rural, 56.4 % y 50.3 %, respectivamente, la cual es más notable cuando se considera la lengua materna. Solo el 44.2 % de mujeres que hablan una lengua nativa utilizan algún método anticonceptivo moderno frente al 57.3 % de mujeres que hablan castellano y utilizan algún método de anticonceptivo moderno [7].

En la década del 90, durante el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori Fujimori, a través del Programa Nacional de Salud Reproductiva y Planificación Familiar 1996-2000, se esterilizó a más de 200 mil mujeres en contra de su voluntad. Hasta el 2017, en la región Cusco había al menos mil 443 víctimas [8].

CONCLUSIONES

  • Las desigualdades en la salud sexual y reproductiva también tienen relación con la desigualdad de género, la cual está arraigada y normalizada en el Perú, donde es aceptable que el varón ejerza opresión hacia la mujer a través del control de su cuerpo, su sexualidad y reproducción.
  • En el sur andino del país, estos desequilibrios de poder entre varones y mujeres sobre la salud sexual y reproductiva, junto con falta de información y acceso a métodos de cuidado y desconfianza y maltrato por parte de trabajadores de salud, pone la vida y salud de las mujeres en peligro.
  • Esta discriminación es otro tipo de violencia que viven las mujeres rurales, quienes son más propensas de realizar prácticas que no cuidan de su salud y que las pone en riesgo por desconocimiento, vergüenza o temor.
  • Es notorio que en la zona rural las mujeres no reciben atención integral de salud a causa de los estereotipos y prejuicios culturales, económicos y sociales, junto con la poca voluntad de las direcciones regionales y provinciales de salud a garantizar los derechos de estas mujeres a salud sexual y reproductiva.
  • En los datos estadísticos sobre la salud sexual y salud reproductiva no hay información que refleje la conformidad y/o satisfacción de las mujeres andinas y/o amazónicas con el servicio de salud e información que reciben a lo largo de su vida; por consiguiente, se deduce la falta de interés y debilidades institucionales del aparato estatal por brindar el servicio de salud intercultural y con enfoque de género en las regiones del país.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

[1]https://farmaceuticosmundi.org/peru-nuevos-espacios-en-centros-de-salud-de-quispicanchi-para-la-atencion-integral-a-adolescentes/

[2]https://andina.pe/agencia/noticia-inei-134-adolescentes-peru-quedo-embarazada-durante-2017-714189.aspx

[3] https://www.minsa.gob.pe/portalweb/06prevencion/prevencion_7.asp?sub5=7

[4] https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/peru-mortalidad-materna/

[5]https://www.paho.org/nutricionydesarrollo/wp-content/uploads/2014/06/Carolina-Garces-Situacion-de-la-muerte-materna.pdf

[6]https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1656/pdf/cap013.pdf

[7]https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1656/pdf/cap004.pdf

[8]https://derechosinfronteras.pe/indultoesinsulto-justicia-y-reparacion-para-las-mujeres-esterilizadas/

 

 

 

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