Por: Ángela Vallina, representante del Parlamento Europeo
A una semana del Día Internacional de la Mujer, Ángela Vallina escribe sobre la necesidad de un ´feminismo sin fronteras´ para que podamos aprender de las luchas de los demás y lograr un cambio importante para la próxima generación de niñas en las zonas rurales.
Ángela Vallina (Izquierda Unida, España) es la responsable de trabajar las recomendaciones al Parlamento Europeo sobre las prioridades de la UE para la 62ª sesión de la Comisión de Mujeres de la ONU que se votó en el Pleno el jueves 1 de marzo de 2018.
Inés Condori es una de las 270.000 mujeres indígenas esterilizadas forzadamente por el gobierno de Alberto Fujimori en Perú entre 1995 y 2001. En un viaje reciente a Perú, me encontré con unas mujeres indígenas de las zonas rurales, como Condori, han estado luchando por reparaciones por las atrocidades del gobierno de Fujimori.
Era imposible no estar inspirada por su fortaleza y su determinación frente a décadas de fallas del gobierno para entregar la justicia que ellas merecen.
El cuarto hijo de Condori nació en 1995, cuando fue al hospital para un chequeo. Viajó durante varias horas desde su pueblo remoto hasta la ciudad sudoriental de Cusco. Se acuerda haber visto a varias mujeres tiradas en el piso del hospital, algunas gritando y vomitando. Quería escapar.
El personal del hospital le dio un anestésico con la promesa que después ella sería ´joven de nuevo´. Lo siguiente que ella recuerda es despertarse con un dolor insoportable que duró por un año. Su estómago había sido cosido. Todavía no sabe exactamente lo que le hicieron, pero ese día cambió su vida.
Condori perdió su trabajo. Ya no podía trabajar en el campo para mantener a su familia. En un cierto momento, su familia ni siquiera podía permitirse el lujo de comer. Muchas de las mujeres que fueron esterilizadas forzadamente fueron abandonadas por sus esposos y condenadas al ostracismo por parte de sus comunidades porque fueron consideradas improductivas, incapaces de tener hijos o en no estar en condiciones de trabajar.
En el año 2014, Fujimori y tres de sus ministros de salud, fueron absueltos de cualquier culpa por el programa de esterilización forzada de Perú que era enfocado en mujeres indígenas rurales. Los gobiernos posteriores y la comunidad internacional no han logrado rendir cuentas a los responsables de los crímenes contra la humanidad.
El actual presidente Pedro Pablo Kuczynski perdonó a Fujimori al fin del año pasado. Diciendo que era por ´razones humanitarias´, completamente ignoró las verdaderas consideraciones humanitarias de sus víctimas que todavía están esperando la verdad, justicia y reparaciones.
La inhumanidad de las acciones contra ellas, la impunidad de los crímenes, es una realidad para tantas mujeres rurales e indígenas de todo el mundo.
Este mes viajaré a Nueva York para la 62ª Comisión sobre el Estatus de La Mujer, que se enfocará en igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas de las zonas rurales. Como representante del Parlamento Europeo, quiero ver un cambio radical en las políticas y las actitudes sociales hacia las mujeres rurales. Como en Perú, mujeres rurales están a la vanguardia de esta lucha mundial.
El setenta y ocho por ciento de los pobres del mundo viven en zonas rurales, y las mujeres sufren más por la pobreza. El terreno es uno de los bienes más valiosos en las áreas rurales, pero las mujeres todavía no tienen los mismos derechos legales para la propiedad del terreno en muchos diferentes países.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Naciones Unidas reconocen la importancia de derechos de propiedad para las mujeres, especialmente en las zonas rurales. Sin embargo, hay muchas barreras a la propiedad de tierra, en particular para las mujeres indígenas, quienes con frecuencia son las víctimas de las políticas estatales como las del gobierno de Fujimori.
Estas incluyen leyes débiles o falta de implementación, patriarcado, costumbres y tradiciones que varían de un país al otro e incluso de una ciudad a la otra. La propiedad de terreno puede ayudar a mujeres a tomar control de sus vidas y ser un vehículo para una mayor participación femenina en la toma de decisiones. Del mismo modo, las mujeres deberían tener los mismos derechos de herencia, el mismo acceso a los medios de producción, a la tierra, el agua y las semillas. Esto podría ser clave para su empoderamiento económico.
Otro problema que debe ser tratado es el acceso universal a los servicios públicos en las zonas rurales. Cuando faltan recursos, con frecuencia los hombres reciben la prioridad sobre las mujeres para acceder a servicios como salud y educación. Obligadas a viajar distancias más largas para los servicios, las mujeres enfrentan altos costos y peligrosos, como nos demuestra el caso de Condori.
Estas dificultades pueden resultar en tasas más altas de mortalidad para las mujeres, especialmente de la mortalidad materna, y los niveles más bajos de educación. Todos los días, aproximadamente 830 mujeres mueren por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto, y eso es simplemente inaceptable.
Todo esto se basa en el problema de justicia para las mujeres rurales. Quiero asegurarme de que su lucha por la justicia tenga un lugar central en Nueva York. El efecto combinado de la privación que enfrentan las mujeres en las áreas rurales en muchos casos se traduce en una mayor violencia contra ellas, tanto dentro sus comunidades como desde el Estado.
La violencia sexual contra las mujeres y las niñas en las zonas rurales sigue siendo un problema grave, ya que los perpetradores escapan la justicia simplemente porque las víctimas son mujeres. En Perú, a pesar de que el gobierno de Humala declaró la esterilización forzada como un tema de interés nacional en 2015, los perpetradores todavía están libres.
Pero el cambio es posible. En todo el mundo, mujeres en zonas rurales siguen luchando por justicia e igualdad. Para obtener inspiración, mis colegas y yo, del grupo de GUE/NGL, organizamos el Foro Feminista 2018 en el Parlamento Europeo (6-8 de marzo).
Como parte del programa de una semana, y antes del 62ª Comisión de la Condición de la Mujer, tendremos el honor de darle la bienvenida a Inés Condori y escuchar directamente de ella y de otras líderes mujeres sobre sus historias de lucha.
Todos tenemos mucho que aprender, el uno del otro, si queremos desterrar los horrores del pasado, lograr un cambio significativo para la próxima generación de niñas en las zonas rurales y unir nuestras luchas por un feminismo sin fronteras.