A 21 AÑOS DEL INFORME DE LA CVR: MUJERES LLEVANDO LA MEMORIA

Desde 2003, cada 28 de agosto se conmemora la entrega del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación – CVR. Este informe resalta que una de las principales causas de la violación de derechos humanos durante el conflicto armado interno en Perú fue la profunda discriminación étnica y cultural, así como el racismo. No es casualidad que tres de cada cuatro víctimas tuvieran un idioma indígena como lengua materna. La historia del Perú está marcada por la violencia ejercida contra los ciudadanos más desposeídos y excluidos, quienes han sido históricamente marginados por una política que privilegia a unos pocos en detrimento de la mayoría. El informe revela la brutal represión tanto de Sendero Luminoso como de agentes del Estado contra una población que ha vivido en desigualdad persistente e histórica.

Enfocándonos en el análisis que hace la CVR sobre la violencia y el impacto del conflicto en las mujeres, es crucial destacar cómo la violencia se manifestó de manera diferenciada según la condición social y de género. El informe subraya la magnitud de este impacto, dedicando un capítulo a la violencia sexual contra las mujeres (1). Este énfasis resalta la importancia de reconocer y respetar las diferencias, así como de integrar la perspectiva de género en la construcción de una ciudadanía.

Violencia Sexual

El informe reconoce que la violencia sexual constituye una forma de violencia de género y, por ende, una grave violación de los derechos humanos. En su mayoría de las víctimas de violencia sexual fueron mujeres, y los impactos de esta violencia incluyeron embarazos forzados y abortos coercitivos. La violación sexual se utilizó con el objetivo de castigar, intimidar, obtener información y humillar, sirviendo como un mecanismo de control y ejercicio de poder sobre las mujeres. Los principales responsables de estos actos fueron agentes del Estado, que cometieron el 83% de los casos registrados, mientras que las fuerzas subversivas estuvieron involucradas en el 11% de los casos. Estos abusos ocurrieron en bases militares, durante incursiones de agentes del Estado, así como en cuarteles, comisarías y dependencias policiales, donde las mujeres detenidas eran llevadas para ser interrogadas y, lamentablemente, sometidas a violencia sexual. Las víctimas enfrentaban amenazas constantes de violación, humillaciones sexuales, manoseos y ofensas de connotación sexual.

La CVR descubrió que la mayoría de las víctimas de violencia sexual eran mujeres analfabetas o con solo educación primaria. En respuesta a esta realidad, la CVR recomendó impulsar programas de alfabetización. Es importante destacar que muchas de estas mujeres acudieron a la CVR como testigos, no como víctimas, ya que no se reconocía la violencia sexual como una violación de derechos humanos. A menudo relataban los abusos sufridos por sus esposos y familiares, reclamando justicia para ellos y sintiendo que no tenían derecho a reclamar por sí mismas. La culpa por lo sucedido, el miedo al juicio de sus familias y comunidades, y la oposición de sus esposos o varones de la familia, quienes impedían las denuncias para evitar la vergüenza pública, contribuyeron a que sus historias quedaran relegadas. Esto resultó en una falta de datos precisos sobre el número de casos de violación sexual y en la pérdida irremediable de muchas historias de mujeres que fueron violadas, desaparecidas y asesinadas. En algunos casos, las mujeres advertían a sus esposos para que huyeran, sin prever que también ellas serían víctimas. A pesar de la documentación de estos abusos por la CVR, no se encontraron procesos judiciales por violación sexual.

El papel protagónico de las mujeres

Durante el conflicto, en ausencia de los varones, las mujeres asumieron nuevos roles cruciales para la supervivencia y continuidad de sus familias, enfrentando una sobrecarga de responsabilidades. Esta situación las llevó a experimentar una triple discriminación: como desplazadas, como mujeres y como indígenas. Obligadas a salir a la vida pública para reclamar justicia para sus familiares, estas mujeres formaron organizaciones que se convirtieron en espacios de resistencia y defensa de la paz y la democracia. Sin embargo, sus esfuerzos fueron respondidos con amenazas y asesinatos de sus principales lideresas. En los años ochenta, surgieron iniciativas como comedores populares, vasos de leche y clubes de madres para contrarrestar la crisis económica. Asimismo, organizaciones dedicadas a la búsqueda de desaparecidos, como la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú, inicialmente compuestas solo por mujeres.

Las mujeres siguen luchando por justicia y la memoria, llevan en su historia, en sus vidas, en su dolor, la historia de nuestro país. Las heridas causadas por el conflicto marcaron historias de vida que pudieron ser diferentes, hijos e hijas que pudieron haber tenido mejores oportunidades. Continúan caminando, luchando contra el olvido y buscando justicia; tal cual nos comparte Lidia Huamán, actual presidenta de la ANFASEP.

 “mis hijos tienen 40 años sin su padre y yo 40 años sin mi esposo, cuando se lo llevaron preso, prometí encontrarlo, si lo he logrado, he encontrado los pocos restos que quedaban, lo he cargado como wawa y lo he llevado a todos los lugares para poner la denuncia y que pasara ADN, era mi esposo. He cargado mi dolor 40 años y lo cargare toda la vida, mi promesa terminara cuando yo ya no esté. Por qué hay desaparecidos todavía, la justicia no ha llegado completa, seguiremos luchando, caminando, para que no se olvide y no se repita”.

Desde la oralidad mantienen viva la memoria con sus historias y lágrimas, muestran lo que el Perú ha vivido, en todo caso lo que los pueblos excluidos del Perú han vivido, muestran el temor de que el olvido abra la puerta para que retorne esa lamentable época, miedo a que lo volvamos a vivir.

Protestas 2022 – 2023

La violación a derechos humanos que nos presenta el informe de la CVR, no está lejana y no está desfasado, las protestas 2022- 2023 están marcadas por sangre y muerte. El informe muestra como causa de la violación a derechos humanos, la discriminación étnico – cultural y el racismo contra las poblaciones indígenas. En la protesta salió a realce la discriminación y racismo, los polos blancos, el sector turismo saliendo a marchar por la “paz”, mientras lanzaban discursos de odio y llenos de racismos y discriminación contra la población rural que llegaba a la ciudad, ciudad que vive del legado se nuestros ancestros, de lo que producimos en nuestras chacras. Ministros que señalaban a las mujeres indígenas, que salieron a ejercer su legítimo derecho a la protesta, como; “mentes siniestras” “ni siquiera los animales exponen a sus hijos”. Nuestro país olvida rápido; los pueblos indígenas, el sur del país, Ayacucho y las regiones mas golpeadas por el conflicto armado interno continúan siendo violentados. ¿Cuánto hemos avanzado como país en las reformas institucionales y cerrando las brechas que el informe de la CVR recomendaba?, muy poco.

Lidia Huaman “¿Cuánto vale una vida para los gobiernos?, lo estamos viviendo ahora, estamos volviendo a vivir lo que hace 21 años la Comisión de la Verdad a entregado, lo mismos estamos viviendo, nuevamente mujeres llorando a sus hijos y esposos, que de diferente estamos viviendo, pensamos que ha pasado, pero sigue pasando ahora ya no son nuestros padres, hijos y esposos ahora son nuestros nietos, nuestros nietos lo están viviendo”.

Cuanto dolor han vivido las mujeres, cuanto dolor están cargando en su historia. Son pueblos indígenas, somos personas como aquel capitalino acomodado, entendemos y sentimos, somos peruanas y peruanos que hemos y seguimos sosteniendo el país, aunque para el actual gobierno, no existamos o que la vida de un capitalino valga 100 de los nuestros, somos de este país, país al que dice gobernar.

Las heridas que nos ha dejado el conflicto no cierran ni cerraran, menos si se sigue vulnerando derechos como en las recientes protestas. Recuperemos la memoria para las nuevas generaciones, no olvidemos, estamos repitiendo la historia.

Por: Liliana Peña. Género, Juventud e Interculturalidad DHSF

(1) “La comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú y la perspectiva de género: principales logros y hallazgos”. Mantilla, Julissa

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