Flavio Muñoz Apaza – Área de Derechos Colectivos y Medio Ambiente
En la actualidad la provincia de Espinar tiene un déficit hídrico de agua por lo que, se debería impulsar proyectos para mejorar la calidad sanitaria y de abastecimiento, considerando además que la población en los últimos años ha tenido un incremento de 1.4 % de habitantes según el INEI.
Es de conocimiento que en su conjunto el abastecimiento de agua debe ser seguro y satisfactorio para las necesidades de uso doméstico, comercial e industrial. Por tanto, el hombre se sirve del agua existente en la naturaleza para consumirla y utilizarla, pero es evidente que, debido a determinadas características químicas, físicas y biológicas del agua, ésta no puede ser utilizada de forma directa, y es por eso que el agua requiere de una serie de correcciones y tratamientos que eliminen aquellas partículas o sustancias perjudiciales para el hombre.
De aquí, destacar la gran importancia que tiene el tratamiento del agua, ya que al encontrarse en mal estado o simplemente con sustancias nocivas para el hombre, pero inherentes en ella, pueden provocar, como ya se ha visto en numerosas ocasiones enfermedades gastrointestinales.
En este contexto, la manera en que se desarrollan las actividades mineras produce desconfianza entre la ciudadanía acerca de la calidad del agua, factor que, en ausencia de una planificación colaborativa, deviene en la reproducción de la escasez hídrica. La minería utiliza agua y genera desechos que pueden contaminar fuentes de agua; en este sentido, incrementa la demanda hídrica y puede exigir seriamente su oferta. Si bien existe abundante legislación que le otorga al Estado el control ambiental e hídrico.
En la práctica las políticas actuales permiten a las empresas mineras la posibilidad de autorregularse. Las políticas de incentivo a la inversión extractiva admiten que las empresas desarrollen una gobernanza hídrica corporativa minera con poca o nula regulación pública. Así, las imprecisiones en la normativa del Estado les brindan a las empresas el poder de acotar su responsabilidad ambiental.
Las autoridades locales y principalmente las empresas mineras, gestionan el agua de manera poco transparente. Como consecuencia, se observa una desconfianza en los mecanismos estatales y privados de manejo ambiental, en particular con respecto a la calidad del agua. En este contexto, la población de Espinar considera que las fuentes de agua cercanas se encuentran contaminadas por la minería y, por ende, no son aptas para el consumo. Con el incremento de la demanda y la imposibilidad de utilizar las fuentes cercanas, la disponibilidad de agua tiende a disminuir de manera evidente.
En el mes de junio de 2017, la municipalidad provincial de Espinar realizó la toma de ocho muestras de agua en el ingreso de la planta de tratamiento Virgen de Chapi, que abastece a Espinar, y a la salida de cuatro reservorios. El estudio estuvo a cargo del laboratorio BHIOS, acreditado por el Instituto Nacional de Calidad (Inacal).
Los resultados de la muestra tomada al ingreso de la planta de tratamiento Virgen de Chapi halló una concentración de arsénico de 0,12471 mg/L,12 veces más que el máximo permitido.
El informe evidencia la presencia de estos metales en 17 muestras tomadas del río Apurímac, en canales de ingreso a la planta y en los reservorios que distribuyen el agua tratada a las viviendas. Del análisis de los resultados se concluye que el agua que distribuye la planta de tratamiento entregada en noviembre del 2015 por la compañía minera Antapaccay, no funciona adecuadamente.
En el reporte de la DIGESA se observa «los parámetros de aluminio, arsénico, hierro y manganeso, exceden los límites máximos permisibles por lo que es de preocupación, ya que su ingesta podría ocasionar algún daño a la salud e incrementar la anemia y desnutrición crónica en niños menores de cinco años».
En el año 2018 la Dirección Regional de Salud del Cusco, a través del oficio Nº 01256-2018 con fecha 27 de noviembre, dirigida a la Municipalidad Provincial del Espinar, emitió un informe revelando que el agua potable que consume la población de Espinar contiene metales tóxicos con parámetros elevados como aluminio, arsénico, hierro y manganeso.
El pasado 20 de agosto del presente año, se llevó la sesión descentralizada del gobierno regional del Cusco en el distrito de Suykutambo, en donde declararon en emergencia la salud pública de Espinar porque contiene metales pesados en el líquido vital que consume a diario dicha provincia.
Evidentemente, a lo largo de los años, las instituciones estatales responsables de la gestión y el control del recurso, lejos de haber ganado legitimidad por las medidas adoptadas, han sido cada vez más cuestionadas. Este ejemplo pone de relieve la necesidad de integrar a las poblaciones locales en los procesos de planificación territorial vinculados a la implementación de proyectos mineros.
Los pobladores piden las medidas correctivas, sin embargo; todavía no hay respuesta por parte del gobierno regional del Cusco, ni un pronunciamiento de la autoridad Provincial de Espinar.
Es preocupante que las autoridades no estén considerando la problemática de metales tóxicos para mejorar e implementar tecnologías para la construcción de una planta de tratamiento adecuada que permita garantizar la calidad de vida de la provincia de Espinar.