Por: Yulissa Casana– Línea Mujer DHSF
La calle es un lugar hostil y violento para las mujeres. Así lo demuestra, una vez más, una investigación realizada por la ONG Plan Internacional sobre el acoso sexual callejero: siete de cada diez mujeres sufre de acoso sexual callejero y en Lima la cifra se eleva a nueve de cada diez.
El miedo, la ansiedad y la amenaza que sentimos como mujeres es el resultado de la violencia machista que vivimos. Este problema estructural tiene una estrecha relación con la desigualdad entre hombres y mujeres. La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más común y sistemática en el Perú.
La pandemia ha acentuado aún más las condiciones de vulnerabilidad que desde una mirada interseccional existen otros ejes de desigualdad (raza, edad, orientación sexual, étnica, creencias, etc.). No todas las mujeres viven la violencia de la misma forma.
Ser mujer en la zona rural es enfrentar, adicionalmente, a barreras económicas, sociales y culturales para el goce de los derechos individuales, colectivos y DESCA (derechos humanos económicos, sociales, culturales y ambientales).
Por ellas, por nosotras y por todas las mujeres y niñas que fueron silenciadas, saldremos a movilizarnos para exigir al Estado que garantice una vida libre de violencia y sin discriminación, igualdad de género, respeto por los derechos humanos, educación integral de salud y participación política partidaria.
Los espacios públicos que antes acogían a los acosadores y que eran escenarios de zozobra, se convertirán ahora en lugares seguros, porque hoy 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación contra la Violencia de la Mujer, nosotras decidimos tomar las calles.
